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Mostrando entradas de 2014

Un día en el supermercado.

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La travesía de ir al supermercado comienza una vez que observas el clóset y sabes que tienes que ponerte cómodo y fresco. Si eres como yo y haces mercado en una zona que no es la tuya y te vas a los rinconces high de Caracas, entonces tienes que ponerte cómodo y también decente, no, esto no es una broma, en serio las señoras se te quedan mirando si estás todo vuelto mierda, sin embargo, lo chévere de hacer mercado en Cuarimare/El Cafetal, es que la gente prefiere perder cualquier producto, antes de lucir como un salvaje acaparador de leche o aceite, y, de una manera muy delicada y con un fino gesto de superioridad, cogen dos o tres litros de aceite de la forma más indiferente posible, como si la escasez no existiese. La aventura comienza una vez que entras a ese local y vas mirando las bolsas de todo aquel que va saliendo, más o menos para darte una idea de la mercancía que está en venta y "puyarle la chola" para que no te quedes con las manos vacías, incluso lo primero que

Felicidad (?)

Saben, estoy en esos días en los que me siento sensible, pero no por alguna razón hormonal, me siento sensible y ya, quizá el clima influya en ello, aunque a decir verdad tengo más inclinación por los climas fríos, nublados y lluviosos, que por aquellos días en donde el sol encandila la vista y recalienta los interiores de los automóviles aparcados en sitios no techados. Muchas veces, a lo largo de todo este tiempo, me he preguntado ¿qué es la felicidad?, a decir verdad nunca he conseguido la respuesta a tal pregunta porque siento que simplemente nunca puedo sentir una felicidad "plena", "completa", a veces siento que si tengo una cosa, simplemente no puedo tener la otra, es como una especie de ley de vida, si tengo dinero, no tengo amor, si tengo amor, no tengo tiempo, si tengo tiempo y amor, no tengo dinero, a veces las cosas son así, aunque realmente tengo mi tiempito que no atravieso por esas etapas donde estoy más limpia que borracho e' plaza. Siento qu

The Last of Us.

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The Last of Us. Único vídeojuego que me ha inspirado a subir una nueva entrada basada en él, en su empatía con los personajes, en los escenarios tan bien recreados, en la jugabilidad y en la afectividad de la historia, pues mas que una historia post apocalíptica, lo que más enrolla de la trama son los protagonistas. Ellie y Joel. Sin entrar mucho en detalle, la empatía de estos dos personajes es única, Ellie, una niña de 14 años, y Joel, un sujeto del cuál no se especifica la edad pero ronda los cuarenta y tantos. A pesar de no tener lazos consanguíneos es sencillamente brutal la relación "padre-hija" que se da entre estos dos personajes. Ellie está tan bien recreada que pienso que este es el único vídeojuego hecho con tanta dedicación, hecho con tanto esmero y empeño para lograr captar la atención de los jugadores. Me atrevo a felicitar a la empresa productora Naughty Dog, jamás, en mis 19 años y casi 14 jugando vídeojuegos, he visto una trama tan bien desarro

Amores utópicos.

Hay gente demente en el mundo, gente cuerda, gente inteligente, gente estúpida, gente que no valora, gente que ama demasiado, gente que se toma las cosas a la ligera, gente que no cree en el amor y gente que cree en amores utópicos. ¿Desde hace cuánto al amor dejaron de darle el verdadero valor que solía tener en la antigüedad? ¿Desde hace cuánto la generación contemporánea modificó los esquemas? Amores utópicos, de esos en los que te despiertas para enviarle un mensaje de buenos días a la persona amada, de esos amores que crees que perdurarán, de esos que te hacen cometer locuras, te hacen llevarle comida cuando te dice que tiene hambre, amores utópicos, de esos que crees que serán para siempre, de esos que piensas que no vendrá nadie a arruinarlo, de esos amores que piensas que valen la pena luchar, de esos amores en los que esperas horas y horas en algún sitio público esperando verle así no llegue, y cuando lo haga, le recibes con una sonrisa sin ningún tipo de repro

Me gusta.

Hoy tuve un día extraño, el comienzo de la tarde fue patético, pero decidí no darle más importancia a un asunto que no tiene más soluciones por muchos esfuerzos que se hagan para llevar la situación en paz. Me inspiré a escribir esta entrada recordando fragmentos de conversaciones que he tenido con mis amigos, desconocidos, incluso a través de preguntas de Ask, así que proseguiré con las cosas que me agradan, o más llaman mi atención de una persona. Me gusta, ¿qué me gusta? Me gusta una persona que tenga motivaciones, que sea inteligente, me gusta alguien que tenga su grado de misterio cuando se expresa, de reservación, me agrada alguien que tenga responsabilidades, pero que, a pesar de ellas, no descuide su compromiso sentimental. Me gusta alguien que me respete, que no me grite, que me tome en cuenta, y, por encima de todas las cosas, que no me dejé de último en la lista de prioridades, eso es detestable, aborrecible para mí. Me gusta una persona que me incluya en sus planes,

La Venezuela cubana.

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Siempre me he interesado por la similitud que tiene la historia de la Revolución Bolivariana, con la Revolución Cubana, quién tuvo lugar en enero de 1959. Previo a un radical cambio en la historia de Cuba, Fidel Castro reunió tropas para combatir la dictadura que se vivía en el territorio cubano, gracias a su ex mandatario Fulgencio Batista. Con la ayuda del Ché Guevara, quién era estudiante de medicina, las pequeñas milicias tuvo muchos intentos fallidos para derrotar el régimen que vivía la isla americana, hasta que finalmente, luego de una ardua lucha armada en contra de aquel totalitarismo, Fidel Castro logró llegar al poder. Prometió muchas cosas, una Cuba primermundista, mejor que USA y muchos países de Europa, la gente encontró una esperanza en aquel discurso de una persona que hoy se convertiría en una de las mayores desgracias para latinoamérica... ¿Casualidad? Para resumir la cosa, Fidel rompió relaciones con USA -quién era su primer importador de la caña de azúcar-, co

Mi primer trabajo.

Jamás hice nada por conservarlo, aunque realmente tampoco sirvió de mucho.  Tuve muchas constancias de 100% calidad como trabajadora a lo largo de los meses, estuve nerviosa cuando me pasaba la media hora de receso, corrí desde la estación de metro cuando llegaba de la universidad con tal de no llegar tan tarde, me gustaba y a la vez no.  En los doce meses que estuve trabajando, gran parte de ese tiempo tuve una directiva un poco ruda, con esto me refiero a que la supervisora de la oficina me tenía un acoso emocional y yo simplemente detestaba pasar por la puerta y tener que sentarme a su lado, detestaba saber que seis horas serían como una especie de castigo diario por algo que simplemente yo no merecía. No nos agradábamos mutuamente. Cuando pasaban las semanas y los días, yo deseaba que se acabara el suplicio que estaba viviendo. "Mi infierno personal" era la frase que solía atribuirle a esa oficina que hoy hace que la añore. Siempre tuve buen trato con el público, me

La Venezuela de los dos partidos.

La tierra donde nací, llena de riquezas minerales y petroleras, cuya fauna habita en conjunto con la flora y da paso a un paisaje único cuyo disfrute ha ido desmoronándose acorde ha transcurrido esta última década y media. Cuando era niña, no solía prestarle demasiada atención a lo que era mi identidad nacional, cuando estaba en el colegio me fastidiaba cantar el himno, esta conducta fue extendiéndose incluso hasta cuando tuve dieciséis años y detestaba ver formación premilitar, detestaba el "criollismo", las hallacas -aunque eso todavía también-, los tambores, la cultura indígena, me sentía "transculturizada" por las costumbres de otras regiones del norte de Europa, o del este de norteamérica.  Supongo que con el paso de los años, uno va madurando. No puedo describir la sensación de orgullo que sentí, cuando en la última marcha convocada por el movimiento estudiantil y artístico, canté el himno nacional. Me sentí orgullosa de haber nacido en Venezuela, de per

Catarsis

He estado últimamente inspirada para escribir, producto de mi lectura, de jugar con la consola de vídeo, del clima, de la situación del país, de miles de acontecimientos que me hacen tomar el teclado y comenzar a desenvolverme. He estado recordando mi vida estos últimos meses, he estado dando un paseo a los dos últimos años, he estado navegando en mi mente durante todas estas noches de insomnio, haciendo instropección, recordando, transportándome, despertándome y cayendo en cuenta de la realidad. Durante todos estos desvelos diarios, que van desde las dos de la madrugada hasta las seis más o menos, he meditado y me he preguntado a mí misma, ¿se puede aún añorar y odiar al mismo tiempo? ¿Se puede olvidar? ¿Se puede detestar lo que una vez se deseó con tanta fuerza? Basándome en experiencias ajenas y propias, sin duda puedo responder un "sí" afirmativo a todas las interrogantes. Un sitio vacío está situado a mi lado, "tu sitio", o "nuestro sitio", lo que

Costumbres.

Me he acostumbrado a estar sin ti. Incluso en mis peores momentos, ya no recurro a ti como solía hacerlo, recuerdo cuando eras el refugio a todos mis pesares, recuerdo como eras la primera cosa en que pensaba cuando me levantaba y me acostaba, recuerdo que estaba acostumbrada a esperar que te durmieras o llegaras a tu casa. Recuerdo la costumbre de escribirte todas las mañanas, de esperar que contestaras, de revisar a cada segundo una nueva alerta del móvil. Recuerdo que estaba acostumbrada a navegar entre el iris rojizo de tus ojos, verlos me fascinaba, no despegarte la mirada  me gustaba aún más. ¡Cómo olvidar la costumbre enviarte fantasmitas de WhatsApp! De ver en Google Maps la distancia de mi casa a la tuya, porque el camino siempre lo memoricé en mi cabeza. Todas esas costumbres fueron acabándose poco a poco y reconstruyendo una nueva Andrea. Un poco seca, un poco ácida, un poco realista... Sin embargo, hay unas costumbres de las que aún no he podido deshacerme.   Preocuparme

Inseguridad Venezolana.

Inseguridad. Así se llama esta entrada, basada en el sentimiento que infunde a cada uno de los nacidos en este territorio. Inseguridad, miedo infundido por realidades que aunque parezcan sicodélicas y abstractas, son hiperrealistas. Me pregunto, luego de dedicar varias horas e incluso días estudiando la historia y la conducta analizada por varios sociólogos venezolanos a lo largo de las décadas, cómo es que pudimos llegar a este extremo donde la apatía, la indiferencia y el sentimiento inhumano de cada uno de todos nosotros, hace que nos lleve al fracaso como nación. El hazmerreír de otras naciones, el “nunca me iría a vivir para allá”, ¿por qué sucede esto? Luego de que como nación nacionalista en los años cincuenta, éramos una potencia mundial envidiada por otras naciones, teníamos una de las monedas más fuertes sin el adjetivo moderno de “fuerte”, que suele parecer incongruente porque somos una de las naciones más pobres en la actualidad. Dependemos de las importaci