Mi primer trabajo.

Jamás hice nada por conservarlo, aunque realmente tampoco sirvió de mucho.

 Tuve muchas constancias de 100% calidad como trabajadora a lo largo de los meses, estuve nerviosa cuando me pasaba la media hora de receso, corrí desde la estación de metro cuando llegaba de la universidad con tal de no llegar tan tarde, me gustaba y a la vez no. 

En los doce meses que estuve trabajando, gran parte de ese tiempo tuve una directiva un poco ruda, con esto me refiero a que la supervisora de la oficina me tenía un acoso emocional y yo simplemente detestaba pasar por la puerta y tener que sentarme a su lado, detestaba saber que seis horas serían como una especie de castigo diario por algo que simplemente yo no merecía. No nos agradábamos mutuamente.

Cuando pasaban las semanas y los días, yo deseaba que se acabara el suplicio que estaba viviendo. "Mi infierno personal" era la frase que solía atribuirle a esa oficina que hoy hace que la añore. Siempre tuve buen trato con el público, menos con aquellas personas que me hacían "perder un poco la paciencia", y aunque pude perder de cierta manera los estribos en pocas ocasiones, jamás dejé de ser cortés, solo poco amigable.

En las últimas 20 semanas, el Satanás de mi infierno personal fue desplazado de su cargo, dándole paso a una de las personas que más voy a echar de menos, a quién le gané miles de partidas de billar, con quién compartí ciertos almuerzos y muchas miradas de reproche cuando quería ligarse a alguien, a quién me sacó del cascarón, me quitó un poco la timidez y me hizo relacionarme más a fondo con mis demás compañeros, a ti JL debo darte las gracias por muchas cosas y por contagiarme tu típica frase "deja de romper las bolas, ¿quieres?".

Digamos que desde ese tiempo para acá, mi perspectiva fue tomando otro rumbo, me sentía bien, las reglas seguían siendo las mismas y aunque sabía que debía respetarlas, no tenía la misma presión emocional y sabía que las sanciones serían iguales para todos y no de forma preferencial, comenzó a agradarme mi trabajo.

Tengo que reconocer que a lo largo de los meses, tuve distintas inasistencias injustificadas, producto de que me sentía mal emocionalmente en mi área laboral, tengo que reconocer que a menudo solía exceder el tiempo de receso porque detestaba el retorno al ordenador donde me sentaba, tengo que reconocer que abría páginas que no podía abrir, con tal de distraerme y no tener que prestarle atención a aquellos sentimientos perniciosos que hacían que deseara salir corriendo de ese lugar. Tengo que reconocer que con el cambio de supervisión, comencé a cuidar más mi trabajo, comencé a respetar las reglas de una manera más seria, dejé de faltar, dejé de incumplir, dejé de excederme porque me sentía cómoda con quién era el "nuevo jefe", no tenía razones para huir más.

Fue muy lamentable que a mediados de febrero, nos dieran la noticia a todo el personal de que a nadie se le renovaría el contrato en la empresa, fue muy lamentable que la gente que se portaba de manera adecuada, también saliera perjudicada por la directiva mayor que se dedicó a pasar notificaciones de no renovación sin leer detenidamente cada expediente, fue muy lamentable tener que enseñarles hoy a todas las personas nuevas como utilizar el sistema, como tratar a la gente, fue muy lamentable ver a otra persona en la computadora que solía utilizar, donde están mis cosas, mi escritorio, mis imágenes de videojuegos y algunos escritos que hice a lo largo de los meses, muchos dibujos en Paint, muchos screenshots burlándome de la ortografía de alguna gente que me escribía solicitando ayuda.

Fue muy lamentable haber consolidado una mejor relación con una compañera de trabajo con la que no tuve mucho trato, salvo en estas últimas semanas y realmente aprecio bastante que me haya contado varios detalles interesantes de su vida, tomando en cuenta que es una persona muy reservada y no se abre jamás con algún homosapiens que no crea que es de su verdadera confianza, también te echaré de menos, aunque tú eres un Android pues, una especie de BOT sin manifestaciones afectivas, jajajajaja, by the way... ¡Wendy's o Torontos! Sabes que soy chévere y me vas a echar de menos cuando estés forever alone.

En fin, voy a extrañar esa estúpida oficina, con el ruido de su estúpido aire, con la estúpida cartelera rayada, con las carpetas llenas de muñequitos que les dibujaba, voy a extrañar la estúpida silla dañada que se echaba hacia atrás y parecía más bien una butaca, voy a extrañar mirarme en el microondas que era de espejo, voy a extrañar esconderme en el baño cada vez que llegaba gente de otras oficinas porque los detestaba, voy a extrañar mostrarle el dedo grosero a las cámaras, voy a extrañar las voces guapas que atendía, voy a extrañar inflar globos para los cumpleaños y pedirle a alguien que los amarre porque soy demasiado torpe para eso y jamás aprendí a amarrar un globo porque temía que la bomba explotara, voy a extrañar la pizza que me comía con el supervisor, las golosinas que compartía con la analista de calidad, los almuerzos que compartía con una chica más emo que yo (aunque yo no soy emo, pero eso dicen en cada parte que llego, gracias a Dios llegó ella que es una emo nivel pro y me quitó esa etiqueta por esta vez), voy a extrañar salir de la oficina para darle comida a los gatos que estaban afuera, o en su defecto, llevarme uno como el último que rescaté en ese mismo sitio, voy a extrañar la quincena, jajajaja, las utilidades, la cercanía de mi trabajo con mi casa, la tarjeta de alimentación, los beneficios de ser funcionario público, los regaños de la señorita de servicio cada vez que pasaba con el suelo mojado, en fin, los extrañaré a todos.

Sin más nada que agregar, salvo una pequeña frase de: Darío Arteaga, eres el hijo de puta más grande que he conocido y por eso te vas a pudrir en el purgatorio, me despido, los quiero.

Andrea Carrizales.

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