Sola

Tiendo a ser una persona extremadamente independiente que no necesita a nadie para poder recrearse, salir, o ejecutar cualquier plan. De hecho, la mayoría del tiempo lo prefiero así, porque de esa manera voy a mi propio ritmo, hago las cosas que me gustan, y me aventuro a los destinos que deseo.

Pero a veces llega esa tan acostumbrada y poco invitada sombra: la soledad.

No miento, estos últimos meses me he hallado profundamente sola por haber perdido a quienes eran mis amigas. Prefiero no ahondar demasiado en ese tema porque mi respuesta biológica automática ante esa situación es una inundación en mis ojos.

He estado durmiendo mal últimamente (ni con Alprazolam logro caer en los brazos de Morfeo como debería), y en mi pecho se instaura esa desagradable sensación de vacío con angustia: ansiedad. Muchas veces respondía preguntas de ese tipo de aplicaciones de "preguntas anónimas", y mi respuesta a la pregunta de: "cuál es tu mayor temor?" siempre fue: "la soledad".

Pienso que quizá así debe de sentirse la gente que emigra, y llega a un lugar nuevo donde no conoce a nadie. Al revés de esa situación, yo soy la que se ha quedado en el país, y mis amistades han emigrado (quedándome sola yo). 

Somos seres sociales, y pese a que me considero introvertida, también necesito el roce social. Solo una persona que ha probado la soledad puede saborear las agrias mieles de no tener a quien darle un abrazo o a quien contarle tus cosas, y aquí entra en juego otro problema enorme para mí:

No conecto con nadie.

La del problema soy yo indudablemente, pero a pesar de tener 28 años, me siento como de 85, y siempre aplico el: "loro viejo no aprende a hablar". 

Me gusta escribir porque mucha gente se siente identificada conmigo, y con las cosas que genero, pero siento que solo queda ahí: en gente que se identifica y ya. Yo me cansé de ser la persona que tenga la iniciativa de las cosas en cuanto a amistad se refiere (y en cuanto al amor también, que tenga una paciencia del carajo es otra cosa); entonces si no veo reflejado el mismo interés recíproco en mi interlocutor, lo dejo así. 

No es justo que yo tenga que invitar siempre, proponer siempre, y sentirme que todos mis vínculos dependen de mí. Es allí justamente cuando recuerdo también otro de los grandes motivos por los cuales estoy sola: no estoy sembrando nada en vínculos amistosos donde no exista la reciprocidad. Uno merece que lo busquen, que lo contacten, que te hagan detalles, que te escriban, y no recibir eso es una clara señal donde la retroalimentación es inexistente.


Comentarios

Entradas populares de este blog

Las democracias son el cáncer del mundo

Herida otra vez