Reciprocidad

Pienso en líneas generales que la reciprocidad es una cuestión espontánea, y a veces inconsciente, considero que funciona en forma de espejo. A un saludo respondemos con otro saludo, a una sonrisa cordial respondemos con otra sonrisa, a una mirada de complicidad correspondemos con otro mensaje 'de pupilas', pero esto depende muchísimo, a veces las acciones de otro generan en nosotros deseos de corresponder, sin embargo, otras veces la reciprocidad no es espontánea porque no tenemos la empatía necesaria, simplemente nuestro radar no se conecta con las necesidades de la otra persona porque tenemos necesidades distintas y no hay compatibilidad, por eso pienso que todo es relativo.

Otras veces puede ser que estés pidiendo “demasiado” contacto, o simplemente una respuesta cálida y repetida de personas que no son así, que no son tan cercanas, que no desean, no se interesan o no pueden estar tan cerca de ti como te gustaría. Puede darse en ti una conducta compulsiva, demandante, en la que tu lógica te dice que si das más, recibirás respuestas de la misma naturaleza que emites. O es la ansiedad la que te empuja a hacer contacto una y otra vez con alguien que no responde rápidamente a tus búsquedas y peticiones. A veces entre más angustia sientas, más buscarás a esa persona. La gran paradoja es que es altamente probable que eso irrite y aleje a esa gente, por eso considero que la reciprocidad es una cuestión de empatía, ¡y habrá veces que te confundas! Porque esa gente a veces sí te va a responder, pero otras veces no lo hará, por eso, no considero que la reciprocidad pueda ser un espejo, porque ésta es absolutamente subjetiva, y las cosas que haces, no necesariamente se devuelven, solo algunas.

Hace tres años, cuando mi vida amorosa no estaba resumida a un triste celibato asexual carente de emociones, estuve con una persona que marcó mi vida, fue la primera vez que me enamoré a pesar de ya haber estado con otras personas, sin embargo, éramos de ciudades distintas, yo era de Caracas, y el demonio de Tasmania era de Maracay, eso no impedía que nos viéramos, porque yo estaba tan... empepada -criollamente hablando- ¡que viajaba para allá todas las semanas! Podía viajar 3 o 4 veces por semana ida por vuelta, ¡me escapaba de clases para viajar! Me escapaba del trabajo, mi dinero estaba destinado a Maracay, mis planes estaban destinados a Maracay, mi rutina estaba planificada en base a si pudiera verme o no con el Voldemort de mi vida, era un desastre -gracias a Dios eso se terminó-, porque la reciprocidad estaba brillando por su ausencia, era yo quien tenía las iniciativa de las cosas, y siempre buscaba una justificación para su falta de interés "bah, está terminando la tesis, por eso no puede", "tiene que planificar el programa de radio de todos los días", y una vez, recuerdo que su carro se accidentó y no podía viajar para acá, así que fui yo en taxi a buscarle para que se viniera conmigo, porque, ah, idiota yo siempre, ¿qué recibí yo? El día de mi cumpleaños, en una discusión fuerte, me dejó en la Autopista Regional del Centro a la altura de Tazón, allí, sin más, arrancó, y me dejó porque yo estaba siendo muy 'histérica' al haber descubierto una infidelidad. Caminé la autopista ensimismada en el llantén que tenía, terminé en una estación de metro llamada "Mercado", ¡sin nada! Sin cartera, sin teléfono, y para rematar en pijama, no tenía nada, una señora se conmovió de mi deplorable estado, en aquel entonces yo estaba bastante delgada y parecía una depresiva que estaba pasando hambre, quizá por eso me ayudó con 10 bolívares para que pudiera utilizar el metro, gracias a Dios tenía mis llaves.

Desde entonces, ¡adiós luz que te apagaste! Andrea cerró su ciclo amoroso para siempre con un pánico inconmensurable de abrirlo otra vez, ¿por qué? Porque los que tendemos a ser quienes damos más, tendemos a tener más comprensión y atribuir "justificaciones" a la falta de reciprocidad del otro.

La reciprocidad es una cuestión de ganas, por ejemplo, si mandas un mensaje, espera a que te lo respondan antes de mandar otro, si das un regalo, espera hasta que el otro te dé algún detalle para volverlo a hacer, antes de volver a preguntar, espera una respuesta. Si invitas, espera después a ser invitado, no invites tú cuatro veces seguidas, deja que el otro también proponga, haga, busque. Si ves que no hay reciprocidad, no te pongas en el papel de víctima diciéndote cosas como: “yo que tanto doy y a mí que no me dan nada”. Atrévete a ver si del otro lado hay una respuesta espontánea y no forzada. Si no la hay, deberás ajustar tu necesidad a la posibilidad natural del otro, adaptarte, alejarte, buscar personas más afines a tus necesidades, porque lo que tú hagas, no necesariamente debe ser correspondido, no tienes un contrato con las personas, éstas no están obligadas a ser consecuentes con las cosas que digas.

En algunos momentos puntuales, he considerado que mi vida es un constante "feedback", pero sin el "back", porque no conecto emocionalmente con la gente, porque soy una persona incompatible con todo el mundo, esto no me limita a hacer relaciones sociales, pero simplemente no hay un cable que encienda la chispa.

Así que la enseñanza del día de hoy es:

No seas un jalabolas.

Fin.

Más entradas en => http://coldnight01.blogspot.com/

¡Feliz fin de semana!







Comentarios

Entradas populares de este blog

Las democracias son el cáncer del mundo

Sola

Herida otra vez