En la mente de un ansioso.

¿Cómo iré a pasar el viernes de la próxima semana cuando me toque hacer servicio comunitario? 

Y así empiezo, comienzo a reproducir pensamientos donde se reflejan distintas posibilidades para acontecimientos futuros e inciertos. Para mí, puedo pasar el viernes bien, puedo pasarlo mal, puedo pasarlo aburrida, puedo pasarlo ansiosa, puede haber ascensor o no haberlo, puede ir la jefa, o puede no ir.

¿Y qué voy a almorzar ese viernes?

Es domingo, y mis ideas se ven representadas por Burger King, Wendy's, Pizza Hut, mi casa, o quizá una botella de agua, depende del hambre, pero es algo que estoy pensando con 5 días de antelación, porque no puedo estar tranquila y satisfecha sin estructurar mi semana y su precisa rutina, aunque esta semana promete ser atípica, nada más porque me va a faltar una sola cosa, y ya me inquieta.

¿Por qué el señor de la caja no me entrega la tarjeta de débito, sino que espera a que termine de imprimirse la factura? Quiero mi tarjeta de débito en mis manos, quiero guardarla de una vez, me da ansiedad que la tenga en sus manos, sabiendo que puedo utilizar ese preciso minuto de tiempo para guardar la tarjeta, y así me quedarían las manos libres, ¿por qué no me da mi tarjeta, sino que la retiene con el comprobante que emite el punto de venta? No quiero factura, ni quiero comprobante, quiero mi tarjeta primero.

Mi pedido en Wendy's ya está listo y está empacado en la barra de hamburguesas, ¿por qué ningún trabajador puede ocuparse de lo suyo y darme la bolsa? La veo con ansiedad, porque necesito que alguien me la dé, ¿por qué está allí? ¿Cómo es que si están trabajando se pueden poner a hablar, y no se dedican a atender? 

"Disculpa, creo que esa es mi bolsa" - es lo que atino a decir cuando estoy a punto de perder los nervios para que alguien me la pase. No obstante, en vez de pasármela, comienza a meterle servilletas y sobres de salsa Ketchup Heinz, lo que agrava mi estado de desesperación porque solo quiero la bolsa, no quiero retardarlo más de lo necesario.

¿Por qué no me contesta el celular? La angustia comienza a alojarse en el centro de mi tórax, obviamente pensar que la secuestraron, mataron, robaron, que le dio un ataque de algo, que se desmayó de estrés y no volvió a despertar, es lo primero que se me cruza por la cabeza. Para mí, no es lógico que alguien esté ocupado y no me responda, porque yo sí respondo así esté haciendo mil cosas, ¿entonces por qué no me responde, si yo sí respondo? Es decir, si consideramos que 24 horas multiplicadas por 60 minutos da un resultado de 1440 minutos, lo que se traduciría en 86.400 segundos, de los cuales puedes tomarte DIEZ SEGUNDOS en enviar un mensaje, ¿por qué no escribe? ¿Y si se molesta porque insistí? ¿Y si no se molesta porque le da igual? ¿Y si sí se molesta, cómo llego yo con mi cara tan lavada a verla después de que me puse intensa? ¡Pero me puse intensa por algo!

¿Cojo bus para ir a la universidad, o cojo un taxi? Porque si tomo el bus, eso implica tener que cruzar la calle y dejar pasar al menos tres buses para coger el cuarto, donde posiblemente iría parada y la gente me estaría chocando y empujando, por lo que me pondría de un humor horrible, porque yo no nací para compartir espacio vital, entonces, si llego la zona destino, implicaría tener que subir esa calle de mierda tan cansona, o coger otro bus, el cual me dejaría en la acera contraria y tendría que cruzar y me da flojera, pero entonces, si pido un taxi por Nekso, se tardaría más de quince minutos, y yo no puedo esperar quince minutos, además, ya me ha pasado que intento pagar con la tarjeta de crédito y se cae la señal de Movistar, entonces, en teoría y en práctica, no puedo pagar con tarjeta desde la aplicación, y no cargo efectivo, así que, ¿cómo podría hacer en ese caso de no tener efectivo, y que la señal de datos se caiga?

No es necesario dar más ejemplos de cómo pensamos las personas que sufrimos de ansiedad crónica, algo que arrastramos desde toda la vida. Siempre reproducimos pensamientos y posibilidades, ingeniamos en nuestra cabeza cosas que pueden suceder de las mil formas posibles, olvidándonos de la normalidad de la cotidianidad que nos rodea cuando estamos estables y no comenzamos a indagar mentalmente acerca de un sinfín de escenarios que pueden o no acontecer, nos dejamos llevar por emociones perniciosas, nos angustiamos, pensamos en cómo vamos a hacer una cosa determinada antes de hacerla, dudamos de nosotros mismos, e incluso, por muy dura que sea nuestra coraza externa donde aparentamos ser de piedra y tener un carácter inquebrantable, por dentro, en nuestra soledad, nos sentimos débiles.

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