¿Vida después de la vida?

Hace días que leí un libro llamado "La prueba del cielo", escrito por Eben Alexander. Trata de una anécdota real, acerca de un neurocirujano que contrajo una potente y mortal enfermedad -sin explicación alguna-, producida por la bacteria de E Coli que hizo metástasis en su cerebro, posteriormente, cae en coma. El protagonista era un hombre sumamente científico y nada creyente ante cuestiones religiosas y espirituales. La corteza externa de su cerebro llamada "neocórtex" sufría muchísimo daño, por lo que la audición, el habla, la visión, todos esos sentidos no podían operar adecuadamente, de hecho ni siquiera podían operar, motivo también por el que cae en coma. 

Eben Alexander, al perder la conciencia por un lapso de siete días, despierta en un ¿mundo paralelo? "El más allá" digámosle, y se encuentra en una absoluta oscuridad inquietante, él lo llamó "el reino desde la perspectiva de un gusano", sobre él, tenía raíces y sombras oscuras como si él fuera un gusano debajo de la tierra, todo era opaco, con un chirrido metálico ensordecedor, y rostros de animales que brotaban de un lodo y proferían aullidos, olor a sangre y heces. Eben, en su experiencia, no recordaba su existencia en la tierra, no sabía que tenía seres queridos aferrados a su vida, no conocía idiomas, no conocía palabras, no conocía otra cosa más que la perspectiva del gusano que le estaba aconteciendo, tampoco era humano, pues no poseía cuerpo a pesar de tener todos sus sentidos agudizados, sentía, veía, y oía, él se llamó a sí mismo "conciencia", él no era más que la conciencia y la esencia que había trascendido  a otro plano sin la ayuda de un cuerpo material. Eben, experto neurocientífico -y es muy importante esto último-, afirmaba que la conciencia era producida por el cerebro, sin cerebro no hay conciencia, el uno sin el otro no podían coexistir, pero él estaba coexistiendo en ese momento sin tener siquiera ni una neurona, también describía en el índice de hipótesis posibles ante todo lo que le ocurrió, que era neurológicamente imposible sentir sensaciones tan vividas sin la funcionalidad de un neocórtex que estaba siendo comido por bacterias.

Cuando brotaba su desesperación máxima por estar atrapado en el reino desde la perspectiva de un gusano, surgió un halo de luz, una puerta, a la cual fue ascendiendo y todo se hacía más brillante, todo era más claro, las sensaciones de agonía iban desapareciendo. Cuando atravesó la puerta, un verde paisaje se trazó ante su vista, este paisaje lo llamó "El Portal", luego, fue ascendiendo más, todo era luz y una cantidad de aves que él no podía discernir si eran aves o ángeles, lo llamó "El Núcleo". Era un panorama que él describía como la más pura inmensidad del amor que había sentido jamás, todo lo que pudo sentir terrenalmente era multiplicado por mil, eran sensaciones nítidas, que eran imposible de sentir con un cerebro a punto de colapsar y morir. En el Núcleo, se escuchaban cánticos y las melodías más hermosas que jamás él pudo haber sentido, no estaba la presencia de un Dios materializado, porque Dios, al que llama "Om", era el amor más profundo que había sentido en su vida, no estaba la presencia de un Santo, simplemente, lo que él sentía era una máxima de amor que nunca pudo sentir terrenalmente. 

Eben, tenía un guía similar a un aspecto de ángel, quien, sin proferir palabras, le decía que existían muchos más universos aparte de este, con muchas más realidades, porque todo era infinito. El reino del gusano era una prueba minúscula del mal, pero estrictamente necesario, ya que el libre albedrío supondría descontrol. El ¿ángel? le comentaba que la Tierra era un sitio con muchísimo mal, aunque el bien siempre triunfe, pero en el Núcleo, y en el Portal, el mal jamás podría triunfar de una forma significativa, su existencia era más simbólica que otra cosa. 

Todas las interrogantes de Eben podían ser respondidas porque él nunca recordó el hecho de tener familia, o ser siquiera alguien, todas sus dudas acerca de la existencia eran resumidas con la respuesta de "Os aman eternamente, nada de lo que hacen puede estar mal". 

Ahora, de todo esto, ¿qué pienso yo? Pienso que es necesaria la existencia en la Tierra porque todos estamos destinados a una tarea que debemos cumplir y debemos aprender, la cual no sabemos hasta el fin de nuestros días -o incluso luego de estos-. Pienso, convencida, que la Tierra es un sitio a donde venimos a sufrir. A todas estas, a pesar de que un equipo de neurólogos especialistas en Carolina del Norte -colegas de Eben-, intentaron dar con la causa de su enfermedad y una explicación científica -que a mí me encantaría bastante- acerca de lo que le pasó (porque sí, aparte, despertó en una semana y se repuso, aún cuando iban a desconectarlo del respirador), no se ha encontrado una respuesta válida acerca de todas las experiencias vividas de Eben (que yo, por supuesto, estoy resumiendo, porque ni yo misma llegué a comprender ese libro que estaba leyendo), su cerebro estaba casi muerto, y era imposible que su conciencia reprodujera todas estas emociones. Pienso, esperanzada, que hay otro lado el cual veces quisiera conocer -sin ánimos de parecer una suicida-, estoy muy curiosa de esto, porque aquí es donde está el mal personificado, y en otros universos, en otras realidades puras, el mal solo es simbólico, aquí en la Tierra el mal es una forma de vida, algo que nunca podría ser en El Nucleo descrito por Eben Alexader, ¿a qué venimos, si algunos queremos irnos?

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