La volatilidad de las emociones
Para mí sería mucho más fácil poder escoger qué cosas sentir o qué cosas no, ¿quién no quisiera tener el poder de elección de dominar sus emociones? Ninguna persona sufriría, todos seríamos felices si pudiéramos controlar lo que sentimos. Si alguna vez quisiéramos despertar con la posibilidad de no sentir nada -o sentir todo- por una persona, lo haríamos. Nos enamoráramos de quien nos ama; nos alejaríamos de quien nos rechaza; sacaríamos el rencor de nuestra esencia, o lo mantendríamos para mantenernos fuertes ante las convicciones de lo que pensamos que es más correcto (a veces el rencor y las emociones asociadas al rechazo, ayudan a fortalecer a una persona), aunque eso no quiere decir que sea de la forma más sana para poder afrontarlo. Pero eso es todo un mundo utópico, ¿verdad? La humanidad de cada uno de nosotros se caracteriza por la volatilidad de nuestras emociones, realmente no podemos poner control a ellas, lo que sentimos es un acto sobrevenido de nuestro sistema límbic...