Muerte.
Cuando escribí el título de la entrada, me quedé en blanco, sintiendo la agónica ansiedad brotar de mi pecho, temblar en mis manos, ¿cuántos cigarrillos llevo? Cuando exploto la menta que hay en el filtro saben mejor, soy una cobarde de los cigarrillos fuertes, detesto, además, oler a nicotina vaporizada, ya me gasté el primer frasquito de antibacterial que cuesta 1 dólar en la tienda de Dolar Tree, todo eso con tal de que no me huelan las manos, el pelo debo amarrármelo en un gorro para que tampoco tome ese detestable olor que me caracteriza la cobardía de siempre, porque soy tan cobarde que no puedo enfrentar esto sola sin recurrir a algún ansiolítico que me joda los pulmones o el hígado. Yendo al tema en sí, mi abuela está muriendo, creo que todos acá deben saberlo, o al menos la mayoría. Nunca he enfrentado la muerte con alguien que viviera directamente conmigo, estoy perturbada, sola, consternada de todo esto, yo solo quiero que ya acabe. Estoy sola en mi casa, y estoy tan su...